Lo que cada persona nota es, en principio, asumido como real. Y casi nada es objeto de verificación, porque la inmensa mayoría de lo que percibimos ni siquiera lo captamos de forma consciente.
Las circunstancias que son favorecedoras para la disposición humana, tanto como los factores internos que se necesitan para estar dispuesto, son intuido por los individuos a través de su percepción. Lo que cada persona nota es, en principio, asumido como real. Y casi nada es objeto de verificación, porque la inmensa mayoría de lo que percibimos ni siquiera lo captamos de forma consciente.
Así es, ahora mismo, por ejemplo, usted se encuentra leyendo este escrito y, al tiempo que lo hace, el resto de sus sentidos (lo que incluye a sus capacidades intuitivas) están cumpliendo con su función. ¡Haga el experimento! Deje de concentrarse en la lectura y note los sonidos que le rodean... Los olores, las sensaciones internas, su estado anímico. Allí han estado, acompañándolo en silencio todo el tiempo. Y si usted se ha mantenido dispuesto a continuar con su lectura hasta este punto es porque nada interno o externo ha cambiado esa disposición. Pero ¿qué habría sucedido si hubiera sentido, de pronto, un fuerte dolor estomacal? ¿Y si le hubiera llegado el inconfundible olor a quemado?
La disposición humana está basada en la percepción, la consciente y la que escapa de esa consciencia. Por eso, la posibilidad de comprender la disposición pasa por indagar en la percepción.